Sunday, July 12, 2015

Las Luces y las sombras III

La luz crea dos sombras: la propia y la proyectada o arrojada…ambas dependen de la forma del objeto…
Pero no es posible hablar de luces y sombras si no entroncamos directamente con otro tema importante dentro del mundo del color…LA TEMPERATURA. Este extraño concepto es, sin embargo, muy intuitivo, al menos en principio. La realidad es que los colores no tienen una temperatura como tal, sino que infunden en nosotros esa sensación. Pero esta ilusión puede ser aislada o en comparación con otros; de ahí que un amarillo, que es un color cálido, puede ser más caliente o frío que otro amarillo, aún siendo ambos colores cálidos: por ejemplo, el amarillo limón es más frío que el indio (incluso que el cadmio claro, y éste, a la vez, más que el indio también). Esto, entre otras cosas, nos sirve además para colocarlos en la rueda de colores: el más frío –limón- más cercano a los verdes, su límite de banda clara (de hecho verdea sutilmente al matizarlo con blanco, claro, por eso es más frío), y el más caliente –indio- más cercano a los naranjas, su límite de banda oscura. Entre ambos, el intermedio –cadmio pálido. Pues bien, no es difícil deducir entonces que si la luz es de un color caliente, los objetos que bañe adquirirán tonos cálidos (la piel de una chica que se broncea en la playa adquiere matices muy cálidos bajo el sol radiante); así que tenemos una luz caliente y deducimos que conforme se va perdiendo luz, se va perdiendo calidez. Por tanto, se desprende de todo esto que las zonas en sombra (menos luz) son, COMPARATIVAMENTE, más frías; aunque sepamos que el color de la piel de la chica es el mismo, la influencia de la luz que recibe calienta las zonas más expuestas y, conforme los planos que forman su geometría corporal se van ocultando a la luz, van perdiendo esa influencia caliente, por lo que tendrán tonos más fríos. Al amanecer o por la noche, bajo una luz fría, la influencia se invierte. Lo que se expone a la luz es comparativamente más frío que lo que se oculta a ella. Puede por tanto enunciarse un principio básico: Si la luz es caliente, las sombras son frías Si la luz es fría, las sombras son calientes ¿Y cómo se usa este conocimiento de las cosas en la pintura? Pues si un objeto tiene un color determinado, ése será la clave; bajo una luz caliente, la clave estará influenciada en la zona de luces por el amarillo, naranja o rojo (según intensidades y tonos) y en las sombras más frías por el verde, azul o violeta (otra vez se evidencia la importancia de los charts). Lilliehdal expresaba lo siguiente: La luz natural que entra por la ventana en una estancia siempre es fría; por lo tanto las sombras en un estudio de pintura siempre deben hacerse cálidas, la propia junto con la reflejada y la arrojada. Ella decía que al pintar en un estudio se eligieran siempre las sombras en la familia de los colores calientes, lo que daba una pista al artista para dar sensaciones e interés al cuadro por tonalidades en vez de por colores. ¡Ojo! Si la luz es artificial, deberá aplicarse el principio básico, enunciado anteriormente, porque entonces podría ser cálida: lo difícil será cotejar finamente la temperatura de esa luz artificial. En el exterior, si pintamos paisajes, monumentos, edificios… las sombras arrojadas quedan expuestas y reciben la enorme influencia del cielo, que es celeste, o sea, frío, en comparación con las sombras propias, que serán más cálidas respecto a éstas, pues estarán más resguardadas del cielo. Pero puede que una parte de la sombra que arroja un árbol esté protegida de la influencia del cielo por la copa del mismo; entonces se calienta… Como ves 2+2 no siempre son 4 ; en el exterior se complica algo, y es el artista el que debe husmear con su fino sentido para dar los contrastes adecuados porque, recuerda que la temperatura es sólo una sensación, que el artista debe saber llevar a su terreno para dar interés y contraste al cuadro… En general el principio básico es de fácil aplicación y muy socorrido: a los principiantes puede incluso hacernos parecer mejores de lo que somos si se aplica con astucia, y además es divertido porque ayuda a crear sensaciones y “vivificar” el motivo. Dice Daniel Green que a él esta relación basada en temperaturas no le gusta. Ya enunciamos un día las bases de su teoría del color, y cómo prefiere ver siempre la tendencia hacia el amarillo o el azul en el resto de colores (equivalente a cálido-frío), creando siempre dos familias en cada gama: rojos y verdes con tendencias hacia el amarillo o azul, de forma que esa tendencia ayuda a armonizar un cuadro (o la ropa que te pones). Volveremos pronto a hablar de él cuando tratemos los colores de la carne en los retratos. Bien, hemos tratado varios asuntos importantes así que nos encontramos muy cerca de poder dar verdadero realismo a lo que pintamos. Ahora sólo falta aplicar bien todo esto…uf.

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