Aquí os dejo con  algunos cuadros de Claudio Bravo Camus, que
con once años ya sabía que quería dedicarse a la pintura. También conocido como el Da Vinci chileno, consiguió hacer mucho dinero con sus retratos y gustaba recorrer Chile en su avioneta privada. En 1961 se estableció como retratista en Madrid. Fue en el Museo
del Prado donde pudo estudiar a fondo
las obras de sus predecesores Velázquez y Zurbarán.
Sus cuadros luminosos, con unos ambientes limpios y claros transmiten una serenidad que nos abruma y ayuda a comtemplarnos a nosotros mismos en esa quietud apacible. La magia de sus composiciones con su juego de luz y armonía nos
sosiegan con un lenguaje que  consigue
penetrar en nuestro yo interior. 


 
 
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